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Long-term testing of airtightness to increase energy efficiency in buildings.

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La tecnología inteligente ayuda a que los edificios comerciales pierdan menos aire

Alrededor del 5 % del consumo mundial de energía se pierde debido a las fugas de aire de los edificios. La solución Airthings Balance for Business hace que los edificios sean más inteligentes, sanos y energéticamente eficientes, a la vez que mejora el confort térmico.

Los edificios representan casi una tercera parte del consumo final de energía en todo el mundo y son una fuente importante de emisiones de CO2. Según un informe(se abrirá en una nueva ventana) publicado por la Agencia Internacional de la Energía, tanto la calefacción como la refrigeración de espacios se estima que representan aproximadamente la mitad de ese consumo. De toda esta energía que se gasta en calefacción y refrigeración de edificios, hasta el 25 % se pierde en fugas de aire. Este porcentaje equivale a un desperdicio anual de 426 000 millones de EUR o 63,9 EUR por persona en la Tierra. «Limitar el paso de aire a través de la envolvente del edificio es fundamental para aumentar la eficiencia energética de los edificios. Debería considerarse cuidadosamente la hermeticidad no solo en las fases de diseño y de construcción de un edificio, sino también a lo largo de toda su vida», señala Erlend Bolle, director de producto en la empresa con sede en Noruega Airthings(se abrirá en una nueva ventana).

La importancia de medir la presión de aire

Las fugas de aire están condicionadas por la presión diferencial (la diferencia entre la presión de aire en el interior y el exterior de un edificio) de toda la envolvente del edificio. A través del proyecto LTT, financiado con fondos europeos, Airthings ofrece la tecnología para medir y equilibrar la presión diferencial empleando la infraestructura existente. Esta tecnología ayuda a predecir el flujo de aire y a evitar la fuga de aire de edificios con una superficie cubierta superior a los 1 000 m2. «Nuestra tecnología consta de una solución de medición completa para supervisar, medir y analizar la calidad del aire en los edificios. Los sensores proporcionan datos en tiempo real sobre cuatro métricas clave: la temperatura, la humedad, la presión de aire y la presión diferencial. Estos sensores permiten la automatización de sistemas centrales del edificio como la calefacción, la ventilación y el aire acondicionado. Por ejemplo, cuando los sensores se integran directamente en el sistema de ventilación, pueden adaptar de forma dinámica el flujo de aire para minimizar la presión diferencial», explica Bolle. Es más, unos algoritmos especiales convierten la presión diferencial junto con un dato conocido sobre la fuga de aire a valores de volumen de aire, pérdida de energía y emisiones de CO2. Un panel de control central permite a los administradores de edificios ver, comparar y exportar datos, así como recibir alertas, análisis avanzados e informes.

Mantenimiento de la estabilidad y el confort térmicos

Equilibrar la presión ayuda a evitar flujos de aire descontrolados y a detener corrientes de aire incómodas. Esto ayuda a mantener unas condiciones térmicas constantes que son cruciales para la comodidad de los ocupantes. Una persona siente frío cuando está sentada cerca de una corriente de aire frío, pero cuando se reduce o elimina dicha corriente se puede bajar la temperatura y todavía percibe el entorno como cálido y cómodo. «Mantener una temperatura estable es especialmente difícil en zonas como centros comerciales locales que tienen muchas puertas o ventanas que a menudo se abren y cierran, pero las ventajas son abrumadoras. Por ejemplo, bajar el termostato tan solo 1 °C podría ayudar a reducir el consumo de electricidad en 16 TWh y disminuir el consumo de energía en alrededor del 5 %», señala Bolle. Estas acciones sencillas pueden marcar una gran diferencia, pero, según Bolle: «Las personas suelen estar preocupadas por si las mejoras en eficiencia energética hacen que el entorno interior sea menos habitable. Sin embargo, el confort térmico se refiere más a la temperatura de sensación que la propia temperatura real del aire».

Fomento de la salud y la longevidad

La presión diferencial que hace que el aire entre y salga del edificio podría introducir contaminantes atmosféricos exteriores, productos químicos perjudiciales transmitidos por el aire o elementos peligrosos como el radón. Más allá de los problemas inmediatos provocados por una hermeticidad deficiente, también hay consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, a medida que se acumula más agua a lo largo del tiempo, la humedad interior crea un entorno ideal para la formación de moho. La calidad del aire tiene un impacto mayor de lo que imaginamos sobre nuestra salud y bienestar. «Nuestra misión es garantizar que las personas tomen el control de la calidad del aire interior a través de soluciones sencillas, sostenibles y accesibles que puedan integrarse en cada edificio», concluye Bolle.

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