Incorporar la salud a la planificación del transporte
Ya sea la prevalencia de enfermedades, las tasas de mortalidad o nuestra calidad de vida general, la forma en que nos movemos tiene un gran impacto en la salud de la población: la salud y el bienestar general de un grupo específico de personas, como una comunidad, ciudad, estado o nación. «El transporte puede ser perjudicial para la salud de la población, y los efectos más adversos se producen en las ciudades en rápida urbanización de los países de ingresos bajos y medios», afirma James Woodcock(se abrirá en una nueva ventana), catedrático de la Universidad de Cambridge(se abrirá en una nueva ventana). Para ilustrarlo, Woodcock señala el hecho de que, en 2016, hubo aproximadamente 1,3 millones de muertes por accidentes de tránsito y 4,3 millones de muertes relacionadas con la contaminación del aire exterior. «Es evidente que necesitamos abandonar el coche y la moto y adoptar modos de transporte más activos, sostenibles y seguros, y muchas ciudades ya están invirtiendo en políticas que apuntan a hacer exactamente eso», añade. Pero, como dicen, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, y sin las herramientas adecuadas para estimar el impacto de las políticas de transporte en la salud, estas ciudades podrían estar cometiendo errores costosos. «La necesidad de integrar mejor la evidencia sanitaria con la investigación y la toma de decisiones en materia de transporte es a la vez una importante brecha de investigación y una oportunidad», señala Woodcock. El equipo del proyecto GLASST(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, contribuye a llenar este vacío.
Promover la salud como factor en las predicciones de patrones de viaje
En el proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana) se propusieron crear métodos, modelos y herramientas para apoyar la inclusión de la salud en la toma de decisiones sobre el transporte. «Aunque existen modelos para predecir cómo los cambios en los patrones de viaje podrían influir en la evolución de la salud, carecen de la capacidad de generar resultados confiables o comparables» explica Woodcock, el investigador principal del proyecto. «Lo que necesitan los responsables políticos y los investigadores es la próxima generación de modelos y herramientas de impacto en el transporte y la salud que sean académicamente sólidos y útiles desde un punto de vista práctico». El Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana) apoyó proyectos desarrollados para crear métodos, modelos y herramientas para respaldar la inclusión de la salud en la toma de decisiones sobre el transporte. «Aunque existen modelos para predecir cómo los cambios en los patrones de viaje podrían influir en la evolución de la salud, carecen de la capacidad de generar resultados confiables o comparables» explica Woodcock, el investigador principal del proyecto. «Lo que necesitan los responsables políticos y los investigadores es la próxima generación de modelos y herramientas de impacto en el transporte y la salud que sean académicamente sólidos y útiles desde un punto de vista práctico». Para proporcionar dichas herramientas, Woodcock y su equipo desarrollaron métodos y programas informáticos asociados que permiten a los usuarios estimar los patrones de viaje actuales en muchos entornos de manera consistente y luego ejecutar escenarios sobre cómo podrían cambiar y cómo esto podría conducir a cambios en la salud de la población. Además de estas herramientas más globales, en el proyecto también se desarrollaron tecnologías más localizadas para donde existen modelos de transporte. «Para un número menor de ciudades, pudimos construir modelos aún más avanzados que pueden representar dónde están las personas y cuál es su exposición a la contaminación del aire, los espacios verdes, la actividad física, el ruido y el riesgo de lesiones en función de su ubicación y modo de viaje en ese momento», comenta Woodcock.
Transformar la manera en que se modela el impacto de las políticas de transporte en la salud
El trabajo del proyecto ya tiene impacto. Por ejemplo, sus hallazgos sobre cómo la exposición a la contaminación del aire podría estar relacionada con la demencia y otros trastornos neurológicos se presentaron a la Organización Mundial de la Salud(se abrirá en una nueva ventana) (OMS). Los investigadores también utilizaron la pandemia para analizar el impacto que las restricciones relacionadas con la COVID-19 tuvieron en la calidad del aire y si este cambio en la exposición ambiental benefició la salud cardiovascular y mental. «Esto nos permitió demostrar en la práctica cuánto beneficio puede tener una reducción real de la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico», dice Woodcock. «En cierto modo, valida nuestros modelos». El equipo del proyecto utilizó además sus modelos para mapear intervenciones de políticas urbanas para reducir las emisiones relacionadas con el tráfico y la contaminación del aire y para comprender las implicaciones para la salud del Acuerdo de París, entre otras cosas. «Nuestro trabajo transformará la forma en que modelamos el impacto de las políticas y escenarios de transporte en la salud en todo el mundo», concluye Woodcock.