Investigar marcadores acústicos para evaluar la dislexia
La dislexia es un trastorno de la lectura que afecta aproximadamente al 10 % de la población y se sabe que persiste hasta la edad adulta. Se acepta ampliamente que la dificultad de relacionar letras con sonidos surge de un déficit más amplio en la percepción y manipulación de los sonidos del habla. Por ejemplo, menores con dislexia a menudo tienen dificultades para repetir palabras y fusionar sonidos, por ejemplo: «¿Qué palabra forman estos sonidos: ca-ra-me-lo?», o eliminar sonidos dentro de una palabra, por ejemplo: «Decir la hora sin decir la m». El proyecto EPIC Read, financiado por las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), que forma parte de un conjunto de investigaciones realizadas por proyectos financiados con fondos europeos en este ámbito, permite a los logopedas saber cómo pueden utilizar esos marcadores clínicamente. «Hoy en día existe un malentendido general sobre el papel de los logopedas en la dislexia. Al proporcionar a los clínicos otro nuevo punto de referencia clínico, en forma de producción del habla, podemos disminuir los casos de diagnóstico erróneo y reforzar el papel de los logopedas en el proceso de diagnóstico», explica la coordinadora del proyecto, Sandy Abu El Adas, que trabaja en la Universidad Stony Brook(se abrirá en una nueva ventana) de Nueva York. El objetivo principal del proyecto era comprender el déficit subyacente en la dislexia y dilucidar dónde se produce el colapso de la dislexia. «También nos interesaba examinar los marcadores acústicos asociados a la dislexia, lo que puede dar lugar a futuros estudios encaminados a la normalización de los marcadores acústicos, que conduzcan a avances fructíferos en este campo», añade Abu El Adas.
Medidas basadas en la acústica para identificar retrasos en el lenguaje
Mediante el uso de medidas basadas en la acústica, el proyecto identificó dichos retrasos en el lenguaje. El equipo registró a menores con un desarrollo típico en primer grado, de entre seis y siete años, en dos momentos: al comienzo del año escolar, antes de que comenzara la instrucción de lectura, y al final del año escolar. «Hicimos eso porque queríamos examinar la contribución única de la lectura en el desarrollo del habla, así como encontrar marcadores en una fase más temprana: normalmente, la dislexia se identifica entre los ocho y nueve años, si no más tarde», afirma Abu El Adas. El equipo registró a menores produciendo palabras y también los evaluó con una variedad de medidas lingüísticas y no lingüísticas, incluidas medidas que evalúan la capacidad no lectora. Para el estudio neuronal, EPIC Read utilizó la magnetoencefalografía(se abrirá en una nueva ventana), aunque esta parte del estudio aún está en curso. «Sabemos que los individuos con dislexia muestran desajuste de fase cuando medimos sus cerebros en los rangos de baja frecuencia correspondientes a la información silábica y prosódica, así que queríamos ver cómo la producción se suma al diagnóstico además de la percepción», explica Abu El Adas.
Buscar marcadores acústicos para la dislexia en otros idiomas
Abu El Adas cree que el proyecto dará lugar a futuros estudios que investiguen los marcadores acústicos en otros idiomas, que pueden tener estructuras fonémicas y silábicas diferentes. «Eso es importante porque necesitamos comprender la dislexia a través de una serie de lenguajes para reducir el riesgo de desarrollar marcos que no representen a toda la población».