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Mesa redonda de la UE busca consenso sobre los OMG

El Comisario de Investigación europeo, Philippe Busquin, planteó que se debe hacer un mayor esfuerzo por informar al público europeo sobre la investigación relacionada con la seguridad de los organismos modificados genéticamente (OMG), con el fin de eliminar temores irracional...

El Comisario de Investigación europeo, Philippe Busquin, planteó que se debe hacer un mayor esfuerzo por informar al público europeo sobre la investigación relacionada con la seguridad de los organismos modificados genéticamente (OMG), con el fin de eliminar temores irracionales y sentar las bases para la realización de un debate equilibrado sobre el tema. Al inaugurar una mesa redonda europea sobre la investigación de la seguridad de los OMG, que tuvo lugar en Bruselas el 9 de octubre, el Comisario Busquin aseguró que las investigaciones realizadas en los últimos quince años -con financiación de la Comisión- sobre la seguridad de los OMG no habían arrojado ninguna evidencia importante de que presenten peligro. Haciendo mención del dicho "la falta de noticias es buena señal", Busquin planteó que la propia falta de evidencias de que los OMG pueden tener efectos nocivos generalmente no pasa a formar parte del debate público, ya que a los científicos y políticos "les gusta aparecer en el centro de las noticias". Durante la presentación de un estudio publicado recientemente sobre la investigación financiada por la UE en este ámbito, Busquin afirmó que la investigación llevada a cabo a través de los programas marco de IDT de la UE de 1985 a 2000 continúa siendo muy importante, ya que "un trabajo como éste, a largo plazo, realizado por científicos independientes y financiado con fondos públicos, es esencial para fortalecer la confianza del público en el marco regulador" y en el empleo de OMG en alimentos, vacunas y ensayos agrícolas. El Sr. Busquin manifestó que la investigación llevada a cabo a partir de 1985 y la que se realiza actualmente mediante el programa de Calidad de la vida y gestión de los recursos vivos del V Programa Marco (VPM) tiene por objeto rebatir las críticas de que no se sabe nada sobre los efectos presuntamente perjudiciales de la ingeniería genética. "El principal objetivo de este estudio es dar a conocer cómo la Comisión Europea ha afrontado esta cuestión y demostrar nuestros esfuerzos por establecer una comunidad de investigadores que contribuya a lidiar con la rápida acumulación de conocimientos y experiencias en este ámbito", explicó. El Comisario expresó que la investigación se había adaptado, para tomar en consideración los riesgos hipotéticos de los productos modificados mediante ingeniería genética, y agregó: "Contamos con numerosas demandas reguladoras y moratorias que no sintonizan con los desafíos, oportunidades o riesgos circunstanciales de la biotecnología moderna". El catedrático Phil Dale, del John Innes Institute of Plant Science Research, Reino Unido, también pidió que se adopte un enfoque razonado en cuanto al debate sobre la bioseguridad. "Algunos científicos plantean que los cultivos modificados mediante ingeniería genética pueden salvar y alimentar al mundo" -dijo- "No lo creo, pero me parece que constituyen una herramienta importante para los cultivadores de plantas". El profesor Dale añadió que un debate polarizado sobre la cuestión no ayudaba en absoluto. "Los cultivos modificados mediante ingeniería genética no son innatamente buenos o malos. El desafío radica en cómo utilizarlos", explicó. El catedrático hizo hincapié en que si, por ejemplo, el empleo de cultivos modificados conlleva a una mayor adopción del monocultivo en las prácticas agrícolas, el efecto sobre el medio ambiente podría ser negativo, "pero si se realiza un control más preciso de plagas, hierbas y enfermedades, se podría aumentar la biodiversidad y mejorar el medio ambiente". El catedrático británico aseguró que el control de plagas mediante OMG podría ayudar, en gran medida, a reducir la cantidad de pulverizadores agroquímicos que se utilizan en Europa, incluidas 30.000 toneladas anuales sólo en el Reino Unido. El profesor Dale también enumeró las áreas de investigación futura sobre bioseguridad que se plantearon en el taller. Una de ellas es la cuestión del control medioambiental de los productos modificados mediante ingeniería genética, durante un número fijo de años, de conformidad con la Directiva 2001/18/CE, cuya implementación está prevista para el próximo año. Se debatieron propuestas para la puesta en práctica del control comercial de los nuevos productos modificados mediante ingeniería genética, durante un período cuya duración se determinaría en función de una evaluación científica inicial del producto. También se debatió la realización de una investigación más exhaustiva sobre la polinización por OMG de cultivos biológicos o no modificados mediante ingeniería genética, y la mezcla de semillas. Aunque el movimiento a favor de los cultivos biológicos aboga por que no haya ningún tipo de contacto entre los cultivos modificados mediante ingeniería genética y los biológicos, es imposible -de acuerdo al profesor Dale- garantizar un 100 por ciento de pureza de las semillas. "No se trata de una cuestión de seguridad" -destacó- "se trata de ofrecer a los consumidores un producto que se aproxime lo más posible a lo que creen que están comprando". Agregó que, al decidir los niveles de tolerancia, se debía tomar en consideración la precisión analítica y los errores de muestreo. También debe considerarse cuánto están dispuestos a pagar los consumidores, ya que los controles adicionales implican costes adicionales. Al referirse a una serie de talleres sobre el maíz Bt modificado mediante ingeniería genética, el profesor Dale dijo que, después de analizarse las evidencias de "millones y millones de hectáreas" de este maíz, la única prueba adversa que se había encontrado era un efecto negativo sobre las mariposas monarcas. El catedrático aseguró que ese problema se podía resolver con facilidad y dijo que las oportunidades agrícolas que ofrece el maíz Bt son enormes. Según indicó, en la actualidad se estudian los efectos a largo plazo de las proteínas del maíz Bt, que permanecen en el suelo mucho tiempo después del crecimiento del maíz, a través de organismos del suelo. El profesor insistió en que las evidencias con que se cuenta no muestran indicios de efectos adversos y agregó que la bacteria Bacillus Thuringiensis, de la que se deriva la toxina para la eliminación de plagas presente en el maíz Bt, aparece por doquier y se le puede encontrar hasta en la Antártica. El catedrático planteó que no basta con confiar en las fuerzas de mercado para incorporar cultivos modificados mediante ingeniería genética y que los agricultores necesitan incentivos para introducirlos. "Soplan vientos de cambio en Europa y se está pasando de la producción masiva a la producción de cultivos de una forma determinada", explicó. Un aspecto de esta transformación, aseguró, es que se percibe cada vez más a los agricultores como defensores del medio ambiente, cuyo papel no se limita a la producción de alimentos a gran escala. También manifestó que estaba de acuerdo con un reciente llamado del Comisario de Sanidad y Protección del Consumidor, David Byrne, y del Comisario de Agricultura, Franz Fischler, pidiendo a los gobiernos de la UE que adopten un liderazgo político más proactivo en cuanto a la cuestión de los OMG. La mesa redonda se lanzó como parte de un ejercicio de consulta más amplio que lleva a cabo la Comisión Europea, con vistas a preparar una Comunicación, antes de fin de año, donde se ofrezca una perspectiva estratégica para las ciencias de la vida y la biotecnología en Europa.

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