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Invertir mejor en Europa

Tras analizar, en el marco de un proyecto financiado por la UE, la crisis de la deuda en Europa, unos investigadores han demostrado que la práctica de deshacerse de valores de la UE o de la Unión Económica y Monetaria (UEM) durante la crisis fue una medida equivocada y que, de hecho, su efecto fue prolongar esa crisis.

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La sucesiva caída de fichas de dominó comenzó en 2008, cuando los mayores bancos de inversiones de Estados Unidos quebraron o fueron vendidos a otros bancos a precio de saldo. A consecuencia de ello, los mercados financieros internacionales entraron en caída libre. No pasaría mucho hasta que la crisis llegó a Europa, donde se transformó rápidamente en crisis de deuda. Y muy pronto las medidas de austeridad fueron práctica común, al tiempo que a las economías nacionales les costaba mucho trabajo crecer. «Estaba claro cuál era el problema de Europa», afirma el investigador principal de EURO-INVEST, K. Ozgur Demirtas. «Cada país europeo tenía su propia deuda, abrumadora en todos los casos y acompañada de enormes déficits presupuestarios; al mismo tiempo, sus economías estaban en recesión y no se inyectaba suficiente dinero en el sistema». Demirtas asegura que la solución a este problema pasaba por realizar nuevas inversiones en la eurozona; por desgracia, las cosas no eran tan sencillas. «Para hacer frente a sus deudas nacionales, los gobiernos se ven obligados a recortar el gasto», sostiene. «Como consecuencia de ello, se producen bruscos recortes en el sector privado, lo que a su vez genera desconfianza entre los inversores de la eurozona y les impulsa a invertir en los mercados emergentes». Una vez se percató del círculo vicioso descrito, Demirtas decidió investigar las prácticas de inversión en las economías europeas y las emergentes de distintos perfiles de inversión y en diferentes submuestras cronológicas. Círculo vicioso EURO-INVEST observó en primer lugar que, al mismo tiempo que los mercados europeos caían, muchos mercados emergentes tenían unos resultados sobresalientes; también se percibió que los inversores castigaban o no a las empresas según el país en que operaban. Así, en teoría, si Italia presentaba un déficit presupuestario y tenía problemas de crecimiento y de ratio de endeudamiento, las inversiones en el país se interrumpían, lo que debilitaba a las empresas italianas. Sin embargo, si esto era así, muchas empresas cotizadas no atraerían la atención que merecían de los inversores simplemente por el comportamiento de la región en la que estaban situadas. «En este contexto, emprendimos la tarea de analizar todas las empresas cotizadas europeas y compararlas con los índices de los mercados mundiales y de los mercados de los países emergentes», señala Demirtas. «Nuestra hipótesis es que, cuando se aplican técnicas vanguardistas, como la Cuasidominancia Estocástica o la Cuasivarianza Media, puede que esa confianza de los inversores en las economías emergentes resulte infundada». Lo que no había que hacer Lo que descubrió Demirtas fue que, con objetivos de inversión a corto plazo, ninguno de los índices analizados era dominante; en cambio, en el caso de los planes de inversiones a cinco años vista, los índices de los mercados emergentes se situaban por encima de todos los demás, creando la impresión de que un inversor obtendría mejores resultados si invertía en esos índices, en lugar de en los de los mercados desarrollados o en los de la UEM. Pero la historia no acaba aquí. Una vez analizados más de 144 millones de datos procedentes de observaciones diarias de un total de 64 051 acciones cotizadas en 51 países, los investigadores de EURO-INVEST observaron que un nada desdeñable 10,1 % de los valores negociados dominaban el índice de los mercados desarrollados, mientras que la cifra en los mercados emergentes era del 7,8%. En vista de estos resultados, la conclusión era que, al penalizar excesivamente ciertos valores de la eurozona durante la crisis, la actuación de los inversores en realidad alimentó el círculo vicioso que se había creado. «De hecho, hay valores europeos con ciertas características que siguieron dominando las inversiones alternativas incluso después de la crisis», subraya Demirtas. «Esto podría ser la demostración clara de que deshacerse de valores de la UE o de la UEM durante la crisis era lo que no había que hacer, y que ello solo contribuyó a que la crisis europea fuera una profecía autocumplida».

Palabras clave

EURO-INVEST, crisis de la deuda, crisis financiera, mercado europeo, valores de la UE, valores de la UEM

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