La cooperación científica favorece la gestión sostenible del suelo
Un suelo fértil y productivo es fundamental no solo para garantizar un suministro estable de alimentos, sino también para ofrecer otros productos agrícolas valiosos como la madera y la biomasa. Además, un suelo sano contribuye a mantener la biodiversidad y a servir como el mayor reservorio terrestre de carbono. «Por ende, en la actualidad se está llevando a cabo un gran número de investigaciones sobre el suelo —explica la coordinadora del programa EJP SOIL(se abrirá en una nueva ventana), Claire Chenu, del Instituto Nacional de Investigación Agronómica, Alimentaria y Ambiental(se abrirá en una nueva ventana) (INRAE) de Francia—. El reto a nivel de la Unión Europea y mundial era que gran parte de esta investigación se desarrollaba de forma aislada y que no existía una plena coordinación entre los países». Chenu también señala que, aunque existen muchas políticas hacen referencia al suelo, como la política agrícola común(se abrirá en una nueva ventana) (PAC), todavía no existe una legislación que priorice la protección del suelo.
Coordinación de la investigación europea sobre suelos agrícolas
Por ello, el objetivo de EJP SOIL era unificar los esfuerzos de investigación en Europa sobre la gestión de suelos agrícolas. Para ello, se llevaron a cabo diversas acciones, como fomentar el intercambio y la difusión de información sobre el suelo y formar a jóvenes científicos. En total, participaron cuarenta y cuatro institutos y universidades. Uno de los grandes logros fue establecer evaluaciones de referencia sobre la situación actual en temas relacionados con los suelos agrícolas, como las estimaciones del potencial de secuestro de carbono en el suelo o los sistemas nacionales existentes de vigilancia del suelo. Estos datos sobre el suelo se recopilaron a nivel nacional, se armonizaron y se publicaron en la página web(se abrirá en una nueva ventana) del proyecto. «Esta colaboración entre países fue muy efectiva —comenta Chenu—. Hemos creado bases de datos y generado resultados de investigación accesibles para todos. Además, contamos con un catálogo(se abrirá en una nueva ventana) de metadatos donde se puede acceder a bases de datos nacionales y a los resultados de proyecto».
Centros nacionales de partes interesadas en el suelo
En el proyecto también se constituyeron comités de partes interesadas en cada uno de los veinticuatro países participantes. «Los ministerios de cada uno de estos países designaron a un instituto de investigación o universidad para participar en EJP SOIL —agrega Chenu—. Esto nos proporcionó un respaldo muy sólido a nivel nacional». También se crearon núcleos nacionales de partes interesadas en los países participantes, entre las que se incluían científicos, agricultores, empresas alimentarias, ciudadanos, organizaciones no gubernamentales, responsables políticos y autoridades reguladoras. La plataforma la misión «Un pacto sobre el suelo para Europa»(se abrirá en una nueva ventana) ha asumido ahora el concepto de centros nacionales, como grupos espejo, que contribuirán a garantizar una participación continua y efectiva de las partes interesadas. El objetivo de la misión es promover la gestión sostenible del suelo y la tierra en zonas urbanas y rurales a través de presentaciones y actividades de concienciación.
Repercusión de calado en la legislación sobre el suelo
EJP SOIL también contribuyó al desarrollo de políticas europeas relevantes que se pusieron en marcha durante la vigencia del proyecto. Entre ellas se incluyen iniciativas sobre la captura de carbono y la agricultura de carbono, así como la propuesta de directiva sobre el monitoreo y la resiliencia del suelo. «Hemos tenido una influencia notable en el desarrollo de políticas —comenta Chenu—. Los supuestos de referencia sobre la situación del suelo que definimos se utilizaron para elaborar la Directiva sobre el suelo. Además, participamos en todas las consultas públicas relacionadas con nuevas políticas». En 2024, también se pidió al consorcio del proyecto que actuara como grupo de trabajo para ayudar a los Estados miembros a probar el protocolo de muestreo del suelo propuesto en la nueva ley. «Para funcionar como un grupo de trabajo, se necesita un equipo sólido —señala Chenu—. Veo a muchos científicos de nuestro programa colaborando en nuevas propuestas de proyectos, lo que demuestra que la red que creamos tiene continuidad y sigue dando frutos».