Cómo las colonias de hormigas mitigan la amenaza de las enfermedades infecciosas
Todas las especies sociales, incluidos los seres humanos, se benefician de vivir en grupos cohesionados. Pero estos beneficios pueden acarrear un coste, como un mayor riesgo de padecer enfermedades, cuyas consecuencias se hicieron patentes durante la pandemia de COVID-19. ¿Cómo pueden los seres humanos equilibrar mejor los beneficios y los riesgos de la vida en sociedad? Según el proyecto DISEASE, financiado con fondos europeos, la respuesta podría estar en las diminutas hormigas. «Tras millones de años de evolución, las hormigas parecen haber encontrado la forma de reducir el riesgo de infección y, al mismo tiempo, aumentar el funcionamiento de todo el grupo», comenta Nathalie Stroeymeyt(se abrirá en una nueva ventana), profesora titular en la Universidad de Bristol(se abrirá en una nueva ventana), entidad coordinadora del proyecto. «Por ello, las hormigas podrían aportar conocimientos valiosos sobre cómo hacer frente a la amenaza que representan las enfermedades en las sociedades humanas».
De los insectos sociales a la inmunidad social
El proyecto, que contó con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana), tenía por objeto estudiar cómo las colonias de hormigas hacen frente a la amenaza que representan las enfermedades infecciosas. «Estábamos muy interesados en comprender hasta qué punto las hormigas ajustan su organización social y espacial para reducir el riesgo de contagio tras una exposición», explica Stroeymeyt. El equipo del proyecto descubrió que las colonias de hormigas han desarrollado respuestas colectivas sumamente efectivas frente a los hongos patógenos, que se transmiten por contacto externo y pueden ser detectados de inmediato. «La inmunidad social contra los hongos es tan eficaz que algunas hormigas han llegado incluso a perder parte de su inmunidad individual frente a estos hongos», agrega Stroeymeyt. En cambio, las hormigas mantienen respuestas inmunitarias individuales sólidas contra bacterias que se transmiten de forma interna y no pueden ser controladas bien a través de la inmunidad social. Los hallazgos de esta investigación se han publicado en «Nature Communications»(se abrirá en una nueva ventana).
Las hormigas y el arte de la inmunidad arquitectónica
Los investigadores también descubrieron que, ante una amenaza infecciosa, las colonias de hormigas cambian la disposición de su hormiguero. Este hecho, que a primera vista puede parecer sencillo, reduce de forma notable la propagación de enfermedades y, al mismo tiempo, favorece otros mecanismos de defensa, como el distanciamiento social y el aislamiento. Por tanto, ofrece protección frente a futuras exposiciones a microorganismos patógenos infecciosos, un fenómeno que los investigadores han denominado «inmunidad arquitectónica». «Estamos muy orgullosos de nuestros resultados sobre la arquitectura de los hormigueros, ya que es la primera vez que se demuestra que los animales pueden aprovechar y modificar activamente la estructura de su entorno para protegerse de enfermedades», observa Stroeymeyt. Además de modificar su entorno, las hormigas también comunican físicamente la presencia de una amenaza patógena a sus compañeras de hormiguero mediante «cabezazos», unos movimientos denominados «sacudidas corporales».
Cómo las pequeñas hormigas pueden influir de forma notable en el bienestar humano
El equipo del proyecto DISEASE ha demostrado que podemos aprender mucho de las pequeñas hormigas. «El proyecto ha proporcionado una nueva perspectiva global sobre cómo un animal muy social como nosotros puede utilizar su forma de interactuar entre sí para protegerse frente a amenazas infecciosas», concluye Stroeymeyt. Los investigadores se proponen ahora estudiar cómo las colonias de hormigas ajustan la arquitectura de sus hormigueros para optimizar su rendimiento colectivo en diferentes condiciones ambientales, además de analizar de qué manera esta arquitectura favorece su resiliencia frente a distintos factores de estrés.