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Climate Resilient Orphan croPs for increased DIVersity in Agriculture

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Nuevas herramientas y estrategias para impulsar la agrobiodiversidad

Las soluciones prácticas inteligentes pueden animar a los agricultores a diversificar la producción de cultivos y fomentar el consumo de cultivos infrautilizados.

La agrobiodiversidad —que implica la convivencia de una gran variedad de animales, plantas y microorganismos— aporta numerosos beneficios potenciales. Entre ellos: una mayor resiliencia al cambio climático, plagas y enfermedades; junto con una mejor salud del suelo, servicios ecosistémicos y dietas más nutritivas. La inclusión de cultivos infrautilizados es una de esas estrategias de biodiversidad. Por ejemplo, el cultivo intercalado de leguminosas de grano con cereales de grano pequeño ha demostrado mejorar la salud del suelo, la eficiencia en el uso del nitrógeno y la supresión de las malas hierbas. Mientras tanto, se ha demostrado que los sistemas de cultivo en franjas que combinan el trigo sarraceno con leguminosas de grano aumentan la actividad de los polinizadores. Sin embargo, reforzar la adopción de estos cultivos infrautilizados puede resultar difícil. Dichos cultivos suelen ofrecer rendimientos más bajos y variables, mientras que los valiosos servicios ecosistémicos que prestan —como la fijación del nitrógeno, el apoyo a los polinizadores y la reducción de la erosión— rara vez se cuantifican o valoran económicamente. «Ello crea un problema del huevo y la gallina: sin demanda de los consumidores, los agricultores tienen pocos incentivos para cultivar estos productos; y sin producción suficiente, los minoristas no pueden desarrollar o comercializar productos a escala», explica Kevin Dewitte, miembro del equipo de coordinación científica del proyecto CROPDIVA(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos.

Alinear los intereses de las partes interesadas, del gen al tenedor

Ese es el reto que CROPDIVA se propuso abordar. El proyecto reunió a las partes interesadas de la cadena de valor para crear conjuntamente soluciones prácticas, como nuevos productos, técnicas de transformación e iniciativas de comercialización. Se centraron en seis cultivos herbáceos infrautilizados: avena, triticale, cebada sin cáscara, trigo sarraceno, lupino azul y haba. El cultivo de estos productos podría ayudar a los agricultores a abandonar el monocultivo y mejorar la resiliencia del suelo y la biodiversidad, reducir la dependencia europea de la soja importada y crear potencialmente nuevas fuentes de ingresos. «El éxito depende del contexto regional, en el que influyen factores como la insuficiencia de infraestructuras de cría y transformación o las barreras normativas», señala Dewitte. «Por ejemplo, al estar limitadas por el estrés climático, las habas son escasas en el sur de Europa, mientras que el escaso conocimiento y las fragmentadas cadenas de valor restringen la cebada sin cáscara en el norte de Europa». Con el apoyo de veintisiete socios de doce países europeos, CROPDIVA puso en marcha laboratorios vivientes. Se trata de espacios de colaboración entre universidades, institutos de investigación, pymes, ganaderos, agricultores, transformadores, minoristas y consumidores. «Por ejemplo, los seleccionadores han reconocido colectivamente que rasgos como el atractivo para los polinizadores son valores agroecológicos esenciales, que a menudo se pasan por alto cuando la selección se centra únicamente en el rendimiento», añade Dewitte.

Innovaciones genéticas, de cultivo y de mercado

Se han realizado ensayos de sistemas de cultivo utilizando sensores basados en vehículos aéreos no tripulados, complementados con análisis de imágenes, procesamiento de datos y modelización asistidos por inteligencia artificial, para supervisar el rendimiento y las interacciones de los ecosistemas en tiempo real. «Algunos lugares de ensayo sufrieron fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias intensas o sequías prolongadas, lo cual perturbó el trabajo de campo, pero también demostró la urgencia de cultivar productos infrautilizados mejor adaptados a futuros escenarios climáticos», afirma Dewitte. Las observaciones de campo se combinan con estudios genéticos avanzados, que generan la identificación de regiones genéticas y marcadores moleculares vinculados a rasgos como el rendimiento, la tolerancia al estrés y la calidad en avena, triticale, altramuz y haba. Ya están en marcha los trabajos de comercialización, que incluyen el desarrollo de productos, paneles de cata y estrategias de comercialización. «Se han creado conjuntamente nuevos alimentos, como bebidas con alto contenido proteínico a base de avena y productos de panadería sin gluten a base de altramuz y trigo sarraceno, además de productos como envases a base de fibras procedentes de residuos de cultivos», señala Dewitte. «Las colaboraciones con escuelas de cocina para crear platos a partir de cultivos infrautilizados, ilustran la versatilidad de estos cultivos, con un potencial transformador del mercado». Para ayudar a obtentores, agricultores y otros agentes del sector, se ha desarrollado un sistema de apoyo a la toma de decisiones(se abrirá en una nueva ventana) (SAD) de código abierto y basado en inteligencia artificial, que integra datos genéticos, agronómicos y socioeconómicos muy diversos.

Reclamar mejores políticas y prácticas

El equipo de CROPDIVA apoya directamente varias estrategias de la Unión Europea, como el Pacto Verde Europeo(se abrirá en una nueva ventana), la Estrategia «De la Granja a la Mesa»(se abrirá en una nueva ventana), la Estrategia sobre Biodiversidad(se abrirá en una nueva ventana) y la Estrategia sobre Proteínas europea(se abrirá en una nueva ventana). Al promover sistemas de cultivo resilientes y de bajos requerimientos de insumos, así como el desarrollo de ingredientes nutritivos de origen vegetal, esta iniciativa también contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de plaguicidas y la dependencia de Europa de las importaciones. En la actualidad, el equipo se centra en ampliar sus sistemas de cultivos intercalados y sus líneas de mejora genética, así como en la mejora continua del SAD. «Pero como la verdadera limitación está entre la producción y la demanda, el futuro trabajo se centrará más en las políticas de apoyo, los incentivos de mercado y las vías de innovación», concluye Dewitte. «La biodiversidad no es nueva, coexistió con la agricultura durante siglos, así que en muchos sentidos simplemente estamos volviendo a nuestras raíces agrícolas».

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