La cerámica narra la historia de los albores de la producción de azúcar en Europa
En el Medievo, la mayor parte del azúcar que se consumía en Europa se producía en el Mediterráneo occidental. Aunque su introducción fue progresiva durante el período de expansión islámica. «El azúcar tuvo una gran repercusión en el desarrollo cultural, económico y social de Europa» indica Roberta Mentesana, beneficiaria de una beca individual de investigación Marie Skłodowska-Curie del proyecto SPotEU, de la Universidad de Barcelona(se abrirá en una nueva ventana) (España). «La producción requería una organización industrial, desde el cultivo hasta el procesamiento. El azúcar también introdujo sabores dulces en la cocina tradicional y se convirtió en un bien de lujo pero muy asequible». Los estudios previos sobre la producción de azúcar se habían centrado sobre todo en los comerciantes, los terratenientes y la realeza. Sin embargo, a Mentesana le interesaba arrojar luz sobre el papel de los artesanos y, en concreto, de los alfareros, que suministraban los recipientes utilizados para fabricar este producto básico. «Los recipientes específicos para el azúcar son a menudo la única prueba arqueológica de la producción de azúcar —agrega Mentesana—. Con todo, se sabe poco sobre si esta producción de cerámica tenía lugar cerca de los lugares de producción de azúcar, o si los recipientes se importaban de otros lugares».
Revelación de redes comerciales
El objetivo del proyecto SPotEU, que se llevó a cabo con el respaldo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), era responder a esta cuestión. «Quería identificar los lugares de producción de azucareros y reconstruir las redes de intercambio», comenta Mentesana. «También pretendía comprender las técnicas empleadas e identificar cualquier cambio en la fabricación de recipientes a lo largo del tiempo y entre regiones». Para ello, se estudiaron azucareros de diecisiete yacimientos diferentes ubicados en Sicilia y en toda España, que datan de entre los siglos XI y XVI. Se tomaron muestras de estos yacimientos para su posterior análisis. Mentesana estaba interesada en obtener datos químicos, datos mineralógicos y datos microestructurales(se abrirá en una nueva ventana) para comprender mejor la procedencia y la tecnología de los recipientes. «En el caso de Sicilia, logramos demostrar que los azucareros se producían sobre todo cerca o dentro de las instalaciones de fabricación de azúcar —comenta Mentesana—. No obstante, nuestro estudio también permitió descubrir que los azucareros de Palermo llegaron a otras regiones, un hecho que no aparecía documentado en las fuentes escritas». Las pruebas de España revelaron una historia más compleja. «Descubrimos que los azucareros se producían cerca de las áreas de fabricación de azúcar, como en el caso de Motril y Gandía-Oliva —señala Mentesana—. Con todo, también se fabricaban recipientes en zonas más alejadas en talleres cerámicos especializados. Los azucareros de Paterna, por ejemplo, llegaron a Gandía y Barcelona». Además, centros de consumo como Barcelona y Granada también producían conos más pequeños para el refinado de azúcar. Esto revela una historia más compleja del ciclo del azúcar en la península ibérica de los que se pensaba.
Identificación de las características locales
En SPotEU se logró aportar conocimientos nuevos sobre aspectos de la producción de azúcar en el Medievo que no se habían tenido en cuenta con anterioridad. «El proyecto nos permitió integrar nuestro conocimiento de documentos históricos con fuentes arqueológicas», explica Mentesana. Por ejemplo, se demostró que, si bien los azucareros se diseñaban y producían con características comunes a lo largo del tiempo y la geografía, algunas características eran específicas de cada zona. En otras palabras, los alfareros empleaban una idea común al fabricar recipientes para el azúcar, pero añadían florituras locales. En el futuro, a Mentesana le gustaría ampliar la cantidad de lugares de muestreo a fin de ahondar su conocimiento sobre la circulación de cerámica y azúcar. Otros posibles campos de estudio podrían ser la repercusión de la producción de azúcar en los recursos, la salud y el estilo de vida de las personas. «Este proyecto reveló cómo comerciantes y artesanos transformaron un insumo externo en una de las actividades más influyentes en el Mediterráneo occidental —concluye Mentesana—. Esto pone de relieve cómo la movilidad humana y las aportaciones locales crearon la base para la transferencia de conocimientos y el avance tecnológico en la Europa medieval».