Medición de la experiencia humana en entornos acústicos
El entorno acústico es un aspecto complejo de la experiencia humana. La contaminación acústica causada por el transporte, la industria y otros factores afecta a millones de ciudadanos europeos, especialmente a los que viven en zonas densamente pobladas. A través de la Directiva sobre el ruido ambiental(se abrirá en una nueva ventana), se están gastando enormes sumas para identificar y abordar los problemas de salud causados por el ruido excesivo. Pero los niveles de ruido no son el único problema. Durante el confinamiento de la COVID-19 en Londres, el volumen global disminuyó considerablemente, pero el número de quejas por ruidos aumentó. Para mitigar eficazmente la contaminación acústica es necesario comprender mejor cómo perciben los sonidos las personas. El proyecto Sound Indices (SSID)(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, reunió múltiples disciplinas científicas para medir el impacto de los sonidos en el confort humano.
El campo emergente de los estudios sobre el paisaje sonoro
Una medida muy conocida del sonido son los decibelios(se abrirá en una nueva ventana). Desarrollado originalmente por Bell Systems a principios del siglo XX, el decibelio es un cociente destinado a medir la pérdida de señal a lo largo de los cables telefónicos. Hoy en día, los decibelios se utilizan convencionalmente para medir el volumen de un sonido. Los sonidos superiores a setenta decibelios pueden causar daños auditivos con el tiempo. Si bien su historia como unidad de medida es variada, el decibelio está reconocido por la Organización Internacional de Normalización (ISO)(se abrirá en una nueva ventana), y es una consideración importante al estudiar paisajes sonoros o entornos acústicos inmersivos. Investigar los paisajes sonoros significa tener en cuenta cómo se perciben los sonidos. Los entornos acústicos incluyen sonidos ambientales como el viento entre la hierba, el canto de los pájaros y los truenos, así como sonidos de origen humano como la música, las risas y la construcción pesada. Algunos sonidos, como el flujo suave del agua, se perciben como agradables. Otros sonidos, como el chirrido de los neumáticos de un coche, se consideran desagradables independientemente de su volumen. Medir cómo afectan los paisajes sonoros a las personas es una tarea complicada. Siguiendo las directrices de la ISO para elaborar un marco de evaluación perceptiva de los paisajes sonoros, el equipo de SSID formó una colaboración de veinticuatro universidades de dieciocho países en quince idiomas para desarrollar y probar los índices del proyecto. Con la vista puesta en el futuro, el coordinador del proyecto, Jian Kang, del University College de Londres, predice: «Los índices de paisaje sonoro, que reflejan adecuadamente los niveles de confort humano, acabarán sustituyendo a la escala de decibelios, utilizada habitualmente desde su creación hace un siglo».
Normalización del paisaje sonoro
La amplia colaboración del proyecto sirvió para mejorar la normalización metodológica, de modo que los resultados de los paisajes sonoros puedan compartirse más fácilmente con los responsables políticos y las partes interesadas. En este proceso, SSID definió descriptores, indicadores e índices del paisaje sonoro. Los índices, el objetivo específico del proyecto, son escalas compuestas derivadas de múltiples indicadores que permiten realizar comparaciones entre paisajes sonoros. Este trabajo fundamenta directamente la norma 12913 de la ISO(se abrirá en una nueva ventana). Para lograr la normalización del paisaje sonoro, el proyecto empleó múltiples herramientas científicas. El protocolo de la encuesta, un cuestionario diseñado para crear una base de datos de paisajes sonoros, incluye unas 5 000 respuestas en varios idiomas procedentes de 54 lugares de todo el mundo. Además de herramientas establecidas como la escala de Likert y los modelos de regresión ordinal, el proyecto también utilizó datos de evaluaciones fisiológicas y neurológicas para validar los índices. La respuesta galvánica de la piel mide la actividad electrodérmica(se abrirá en una nueva ventana), y en experimentos de SSID demostró respuestas fisiológicas a estímulos sonoros. Mientras tanto, se utilizaron imágenes por resonancia magnética(se abrirá en una nueva ventana) para explorar el impacto neurológico de los paisajes sonoros. Los paisajes sonoros son una parte importante de la experiencia humana con un impacto significativo en la salud. El diseño de futuros entornos y la reparación de los existentes se verán beneficiados por la normalización en este ámbito. «Los métodos del paisaje sonoro que abarcan la acústica, la psicología, las matemáticas, la neurociencia, la sociología y la lingüística contribuirán a encontrar soluciones más factibles y rentables para mejorar nuestros entornos sonoros», explica Kang.