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Enfoques cooperativos para cartografiar el Atlántico

Reunir la experiencia en seguimiento de los fondos marinos a ambos lados del Atlántico mejora nuestra la capacidad para estudiar los océanos y posibilita nuevos descubrimientos importantes.

Conocer el estado de los ecosistemas de los fondos marinos y predecir cómo podrían evolucionar en el futuro es esencial para diseñar estrategias de conservación eficaces y adaptadas a cada entorno. El objetivo del proyecto iAtlantic(se abrirá en una nueva ventana) era mejorar la vigilancia de los fondos marinos mediante el uso de tecnologías punteras y una mayor cooperación transatlántica. En definitiva, un mayor conocimiento sobre el funcionamiento de los océanos beneficia a todo el mundo. «Si queremos comprender cómo están interconectados los ecosistemas de los fondos marinos, la colaboración internacional es imprescindible», explica Murray Roberts, de la Universidad de Edimburgo(se abrirá en una nueva ventana) (Reino Unido). «Compartir conocimientos, equipos, infraestructuras, datos y personal fue uno de los elementos centrales del planteamiento de iAtlantic». Además del saber europeo, el proyecto contó con la participación de países como Canadá, Brasil, Sudáfrica y Estados Unidos. Su alcance fue verdaderamente atlántico, cubriendo desde el extremo sur de Argentina hasta Islandia en el norte, y desde las costas orientales de Canadá y Brasil hasta los márgenes occidentales de Europa y África.

Investigación transatlántica de los fondos marinos

iAtlantic también supuso la culminación de casi diez años de investigación transatlántica de los fondos marinos, continuando la labor del proyecto financiado con fondos europeos ATLAS(se abrirá en una nueva ventana), que también fue coordinado por Roberts. Entre otros hallazgos destacados, durante el proyecto ATLAS, desarrollado entre 2016 y 2020, se identificó una docena de especies nuevas para la ciencia. «En ese proyecto tuvimos acceso a equipos marinos de nuestro socio estadounidense, la Universidad de Carolina del Norte, que pudimos instalar en un buque canadiense», explica Roberts. «Esto nos permitió obtener datos valiosos durante un año sobre los ecosistemas de esponjas de los fondos marinos en el Ártico». Los resultados de este proyecto transatlántico contribuyeron al Tratado sobre la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional(se abrirá en una nueva ventana) (BBNJ, por sus siglas en inglés), un acuerdo jurídico internacional que busca proteger los océanos.

Incorporación de especialistas

A partir de 2019, iAtlantic continuó y amplió la investigación de ATLAS, capitalizando la sólida red de investigación ya establecida. Uno de los aspectos más interesantes fue contar con los conocimientos de especialistas de Brasil y Sudáfrica, lo que posibilitó ampliar la cobertura de seguimiento al Atlántico Sur. «Una contribución fundamental de nuestros socios estadounidenses, además de sus conocimientos científicos, fue la disponibilidad de buques», explica Roberts. «Los barcos son muy caros. Una expedición decente de un mes en alta mar con equipos de última generación puede costar cerca de un millón de euros». La participación de socios al otro lado del Atlántico permitió a los investigadores europeos aprovechar la infraestructura existente, al tiempo que aportaban su propio conocimiento. Entre los socios estadounidenses del proyecto se encontraban la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, la Universidad Estatal de Oregón, la Universidad de Temple y el Instituto de Estudios Oceánicos de las Bermudas, afiliado a la Universidad Estatal de Arizona. iAtlantic se centró en doce zonas(se abrirá en una nueva ventana) de importancia internacional para la conservación en el océano Atlántico y llevó a cabo más de ochenta misiones internacionales a estos lugares. Durante estas misiones, se recopilaron datos y se llevaron a cabo muestreos. Es más, incluso se efectuaron experimentos a distancia en los fondos marinos. El proyecto culminó con la celebración del mayor simposio jamás organizado para debatir la aplicación del Tratado BBNJ, dando inicio a una serie de simposios que continúa hasta hoy(se abrirá en una nueva ventana).

Cooperación estadounidense en el seguimiento de los fondos marinos

Uno de los resultados más destacados de iAtlantic ha sido la confección de un documento guía(se abrirá en una nueva ventana) para la investigación atlántica colaborativa. En él se esbozan ideas para promover un planteamiento de investigación transatlántico, señalando que «la cooperación y la financiación internacionales son básicas para respaldar políticas fundamentadas en la ciencia destinadas a conservar ecosistemas oceánicos que trascienden a las fronteras jurisdiccionales». «La colaboración entre distintos países y disciplinas es fundamental», comenta Roberts. «Si los biólogos quieren entender dónde crecen especies como los corales y las esponjas de aguas profundas, tienen que colaborar con físicos y modelizadores. Solo así podrán comprender cómo estas especies obtienen alimentos y cómo las corrientes oceánicas desplazan sus larvas por el océano. Este proyecto ha logrado grandes avances a la hora de derribar barreras entre disciplinas para responder a estas preguntas, que es fundamental para poder diseñar áreas protegidas conectadas ecológicamente». En el plano político, los resultados del proyecto han contribuido a orientar la Alianza de Investigación e Innovación del Océano Atlántico(se abrirá en una nueva ventana) (AAORIA, por sus siglas en inglés). Roberts confía en que la AAORIA, como foro mundial de debate e investigación, se convierta en un instrumento básico para mantener la cooperación entre la Unión Europea y los Estados Unidos en el seguimiento de los fondos marinos.

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