Las investigaciones muestran que priorizar las transiciones agroecológicas es la clave para crear un sistema alimentario más sostenible y justo.
El cambio climático está obligando a la sociedad a repensar la forma en que producimos y consumimos alimentos. «Debemos pasar de los sistemas alimentarios actuales a otros más equitativos y resilientes que prioricen los factores ambientales, económicos y sociales», explica Claire Lamine, una socióloga del Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente de Francia(se abrirá en una nueva ventana) (INRAE). Si bien lograr esta transición es más fácil de decir que de hacer, es un desafío que, a través del proyecto financiado con fondos europeos ATTER(se abrirá en una nueva ventana), Lamine, junto con la ecologista Danièle Magda, se propuso alcanzar. «Se trata de transformaciones complejas que implican cambios sistémicos en la forma en que producimos, consumimos, procesamos y distribuimos alimentos, y para llevarlas a cabo se requerirá la participación integral de las partes interesadas, innovación tecnológica y apoyo político», afirma Lamine.
Utilizar la agroecología para apoyar los sistemas alimentarios territoriales
El equipo del proyecto apoyado por las Acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana) desarrolló herramientas, tecnologías y conocimientos para facilitar y apoyar las transiciones agroecológicas en los sistemas alimentarios territoriales. «Para abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible(se abrirá en una nueva ventana) y los desafíos de las transiciones de los sistemas alimentarios, la agroecología se reconoce cada vez más como un modelo prometedor y la escala territorial como una escala apropiada de análisis y acción», señala Lamine. Si bien la agroecología tiene muchas definiciones, en ATTER se la considera un método holístico de la agricultura y los sistemas alimentarios sostenibles. «Basada en los principios ecológicos y sociales desarrollados a través del estudio de la agricultura campesina y las formas de alimentación regionales, la agroecología prioriza el trabajo con la naturaleza y busca utilizar los procesos naturales para mejorar la biodiversidad, la salud del suelo y el rendimiento, favoreciendo al mismo tiempo la equidad entre los actores de los sistemas alimentarios», añade Lamine. Los sistemas alimentarios territoriales son sistemas profundamente arraigados en áreas geográficas y culturales específicas y encarnan una escala donde se pueden fortalecer las redes alimentarias locales, promover prácticas agroecológicas y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales.
En los estudios de caso se destacan una variedad de sistemas alimentarios territoriales
El equipo del proyecto desarrolló una cartera de dieciséis estudios de caso territoriales(se abrirá en una nueva ventana) con características socioagroecológicas contrastadas en Brasil, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido. Se trata de contextos rurales y urbanos, pero también de regiones pequeñas en las que las producciones agrícolas son más especializadas o más diversificadas, las redes agroalimentarias y las iniciativas de la sociedad civil son más o menos activas y las políticas públicas más o menos favorables. En el análisis de los estudios de caso se muestra cómo y en qué medida las cadenas cortas de suministro, las compras públicas sostenibles, las asociaciones entre múltiples partes interesadas y los mercados locales de alimentos pueden fomentar la soberanía alimentaria, mejorar la salud pública, reducir el impacto ambiental y empoderar a los pequeños agricultores.
Es hora de priorizar las transiciones agroecológicas
Basándose en estos estudios de caso, los investigadores del proyecto proporcionaron un análisis exhaustivo sobre la diversidad de vías de transición y los mecanismos que pueden fomentar o impedir los procesos de transición. También proporcionaron recomendaciones metodológicas y de políticas para apoyar la dinámica de transición en su contexto de manera inclusiva y participativa. «Nuestro trabajo destaca cómo las transiciones agroecológicas exitosas en los sistemas alimentarios territoriales dependen en gran medida del contexto», comenta Lamine. En el proyecto se desarrolló un observatorio compartido(se abrirá en una nueva ventana) donde las partes interesadas pueden explorar los análisis de los estudios de caso. También se creó una gama de fuentes de capacitación en línea(se abrirá en una nueva ventana) que investigadores, estudiantes, partes interesadas, ciudadanos y responsables políticos pueden utilizar para aprender más sobre la transición agroecológica de los sistemas agroalimentarios territoriales. «En el proyecto ATTER no solo se ha demostrado por qué debemos priorizar las transiciones agroecológicas, sino que también se ha desarrollado una metodología original para hacerlas realidad», concluye Lamine. «Al hacerlo, se ayudó a establecer un rumbo sostenible hacia el logro de la democracia alimentaria y la justicia alimentaria».